Parece ser que no, la belleza no es más que simetría y proporciones, sobre todo esto último, proporciones.
Existe un número (más bien una proporción) a la que de forma natural asociamos la perfección, mientras un rostro tenga mas proporciones acorde con este número, más bello nos parecerá. Esta proporción es la conocida como proporción aurea
A partir de los años 70, Stephen Marquardt un cirujano maxilofacial del sur de California, en su particular estudio sobre el concepto de belleza se dedicó a recopilar las medidas de los rostros considerados como hermosos. Se centró en las estrellas de cine y modelos, a los que solemos tomar como máximos referentes de la belleza y se dedicó a leer todo lo relacionado con la misma. De esta manera, Marquardt creó una máscara que constituye un diseño básico del rostro perfecto estableciendo la distancia ideal entre los diferentes elementos que lo componen. De hecho, en esta máscara encajan casi perfectamente los rostros de los que son y han sido consideradas las mujeres y los hombres más bellos del mundo, como Michelle Pfeiffer o Charlize Theron. La máscara para los hombres tiene algunas diferencias, sobre todo en cuanto a la mandíbula, pero en general el patrón es el mismo.
En la misma línea, la investigadora polaca Grazyna Jasienska ideó un experimento para descubrir si las mujeres simétricas tenían niveles más elevados de la hormona estradiol -clave para la reproducción-. Su equipo publicó los resultados en el libro Evolution and Human Behavior. Compararon para esta prueba los dedos anulares izquierdo y derecho de 183 mujeres polacas de entre 24 y 36 años. Aquellas mujeres cuyos dedos diferían en largo en más de dos milímetros integraban el grupo asimétrico. Sus niveles de estradiol eran un 13% más bajos que el promedio por lo que no resultarían tan atractivas a los ojos del s